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En este punto ya hemos identificado las grandes ideas de nuestra experiencia educativa, así como también hemos definido los aprendizajes clave; los productos finales (fase 1) y las formas de evaluar los productos y subproductos de aprendizaje (fase 2). Ahora, es el momento de diseñar nuestro plan de aprendizaje.
Un plan de aprendizaje cuenta con un núcleo, una intención central que nos oriente a lo largo del proceso de desarrollo y transferencia de competencias por parte de los estudiantes. Una vez que se tiene claro qué vamos a enseñar y cómo lo vamos a evaluar, empezaremos a generar el plan de aprendizaje. ¿Qué vamos a enseñar y a qué profundidad? ¿Cuáles serán los materiales y actividades a emplear? ¿En qué secuencia los trabajaremos? ¿Tenemos el tiempo suficiente para enseñar y evaluar los avances conforme van sucediendo?
A continuación, revise la siguiente tabla de apoyo para la fase 3, la cual le servirá de guía al momento de crear la propia en las actividades de ésta, la última fase:
Retomemos la estructura de aprendizaje generada en el paso 10 de los criterios de creación de una rúbrica:
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A continuación, veamos cada uno de estos aspectos más a detalle.
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En la secuencia didáctica el conocimiento avanza en amplitud y profundidad, pudiendo abarcar diversas extensiones de tiempo y distintos espacios de trabajo. Así, una clase de cinco horas seguidas puede contener varias secuencias didácticas y ser impartida en varios espacios. Veamos un ejemplo:
Supongamos que la clase va a tratar acerca de organizar una campaña para sembrar árboles en la facultad. Empezaremos por definir los objetivos de trabajo de cada secuencia:
Como puede observar, las secuencias tienen tiempos diferentes, dependiendo de la complejidad inherente a los propósitos a lograr en cada una de ellas. Recuerde que es importante dejar espacios en su planeación para revisar y dar seguimiento, además de establecer tiempos de descanso para los estudiantes.
Cada secuencia didáctica busca lograr sólo un propósito de aprendizaje para mantener claridad y objetividad en la enseñanza. Ahora que definimos los objetivos y los tiempos estimados, es necesario empezar a seleccionar o crear los materiales de trabajo de cada una de ellas.
Cabe aquí hacer la aclaración de que mientras los propósitos de la secuencia didáctica definen las estrategias de enseñanza, las expectativas de aprendizaje se enfocan en lo que se espera del alumno, cerrando de esta manera el ciclo de enseñanza-aprendizaje.
Tenga en cuenta que los materiales de estudio deben estar mediados por el profesor con base en una serie de criterios que faciliten su acceso y aprendizaje. En la siguiente tabla encontrará algunas recomendaciones para los aspectos más comunes:
Fuente: Elaboración propia.
Diseñe los materiales de tal manera que sean una preparación para que el estudiante pueda cumplir con sus expectativas de aprendizaje. Mediar implica seleccionar, depurar, complementar, integrar e involucrar al estudiante con el material de trabajo. No caiga en la trampa de confundir un excelente libro de texto (o un conjunto de ellos) con su experiencia educativa, tome lo que necesite, ajuste y modifique para garantizar la adquisición de las competencias para la vida que se ha fijado con antelación. Recuerde, usted es el diseñador de sus experiencias educativas.
Elaborar materiales de estudio puede ser una tarea extenuante cuando se diseñan por primera vez para la experiencia educativa. Sea benevolente con usted mismo, considere que sus materiales, aunque buenos, no deben ser perfectos al primer intento. Vaya desarrollándolos y poniéndolos a prueba poco a poco, integre aquellos que han probado ser funcionales, rediseñe o reemplace aquellos que aún no son lo bastante claros para el alumnado.
Después de tres o cuatro revisiones de su experiencia educativa, podrá generar una versión final de la misma, la cual ya solamente necesitará actualizaciones menores para sus siguientes ediciones, agilizando el trabajo y asegurando la calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, habrá casos excepcionales (como migrarlo de una plataforma presencial a una virtual). En estos casos tendremos que plantearnos la pertinencia de mantener los materiales de aprendizaje originales o si deberían ser modificados por otros más acordes a las ventajas y limitantes de esta nueva plataforma.
Dado que nuestro objetivo es desarrollar competencias en el alumnado, debemos adoptar un enfoque estructurado de tareas encadenadas en lugar del tradicional enfoque de actividades sueltas y desarticuladas. En la siguiente tabla podrá ver la diferencia entre ambas:
La estrategia de trabajo de sus secuencias didácticas se organiza en tres momentos: Inicio, desarrollo y cierre (ver el esquema). Tenga presente que cada vez que abordamos un nuevo propósito de aprendizaje, debemos de pasar por estas tres etapas. De esta forma, nos aseguramos de evaluar los alcances logrados en cada uno de nuestros propósitos de aprendizaje, monitoreando que los aprendizajes clave sean alcanzados por todos nuestros estudiantes.
Es imprescindible que considere que cada sesión con sus alumnos puede tener una o varias secuencias de aprendizaje, dependiendo de cuál sea su estrategia de trabajo. Recuerde que debe encuadrar todas las actividades dentro del tiempo que le fue asignado en la experiencia educativa. Si deja trabajo extraclase, éste no debe exceder el 50% del tiempo programado semanalmente, por ejemplo, si tiene destinadas seis horas de clase, podrá ocupar como máximo tres para tareas extraclase.
Esto obedece a que los alumnos requieren tiempo para actividades de mantenimiento y esparcimiento, así como para trabajar el resto de las experiencias educativas que estén cursando en el ciclo escolar. Transgredir esta norma implica demeritar la calidad de vida del estudiante y poner en riesgo los resultados de todo el programa de estudios.
Veamos un ejemplo de cómo se construye una secuencia didáctica retomando lo revisado hasta ahora:
Araya-Ramírez, J. (2014). El uso de la secuencia didáctica en la Educación Superior. Educación, 38(1), 69-84. https://doi.org.ezproxy.uv.mx/10.15517/revedu.v38i1.14378
Auza-Santiváñez, J. C., Santiváñez-Cabezas, M. V. & Dorta-Contreras, A. J. (2021). Transferencia de conocimientos, clave para el desarrollo de la ciencia en Bolivia. Revista Cubana de Investigaciones Biomédicas, 40(1), 1-3. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-03002021000100023
Castelló-Mayo, E., López-Gómez, A., & Méndez-Fernández, R. (2019). La transferencia de conocimiento desde la universidad innovadora. Un modelo de gestión de la información en el contexto digital: el caso de estudio PIEDD. Revista Latina de Comunicación Social, 74, 537-553. https://doi.org.ezproxy.uv.mx/10.4185/RLCS-2019-1344
González, M. E. & García, C. (2019). Secuencias didácticas desde un enfoque de desarrollo de competencias. Ikastorratza: E-Revista de Didáctica, 22, 43-60. http://www.ehu.eus/ikastorratza/22_alea/3.pdf
Mestre, U., & Valdés, P. R. (2010). Modelo de enseñanza-aprendizaje con tecnología multimedia para la modalidad de estudio semipresencial. Praxis Educativa (Arg), XIV(14), 35-41. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=153115865004
Wallace, Y. & Dapino, M. (2012). Puntuación: desafíos y posibilidades de trabajo en el aula|Educación, Lenguaje y Sociedad. PORTAL DE REVISTAS DE LA UNLPam. https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/els/article/view/1462